EL MUNDO DE SUZIE WONG

El mundo de Suzie Wong. Página dedicada a mi esposa y a Nancy Kwan

He querido dejar el capítulo primero del LIBRO TERCERO: LOS AMANTES para que podamos ver con claridad cómo la secuencia final de la película, que es muy dramática, aparece en el libro con ciertas salvedades, como por ejemplo el envío de regalos para el niño, que se realiza en la habitación de Robert y no en un templo, o la ausencia de las muchachas y por supuesto en toda la novela no aparece la frase "A quien pueda concernir" que en la película es muy importante y que incluso ha servido de título para el documental de Brian Jamieson "To Whom It May Concern: Ka Shen's Journey" basado en la vida de Nancy Kwan, como hemos podido ver en la primera página de esta web.

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Los días de felicidad entre Robert y Suzie no terminaban nunca. Jamás había pintado tan a gusto. Robert estaba encantado con la inocencia e inteligencia de Suzie y pensó en proponerle que se casaran. De hecho en el Nam Kok había recuperado su prestigio, a Suzie la consideraban como la mejor y los trataban como si fueran un matrimonio y ella les hablaba de Robert como su marido. Pero un día pasó algo que le cambió la vida. Lo único bueno que tuvo en conocer a Rodney es que en la primera etapa en que fueron amigos, Rodney le recomendó que enviara algunas de sus cuadros a una galería que tenía un tío suyo en Estados Unidos y en esos días Robert recibió una carta en la que definitivamente había triunfado como artista y le proponían un viaje a Japón para dar a conocer su obra con gastos pagados y unos honorarios muy altos. Robert sacó el pasaje para Japón en una clase inferior y con la diferencia le compró regalos, ropa y cosas que Suzie necesitaba al haberlo perdido todo y le abrió una cuenta en el bando del Señor Hamilton. Cuando partió hacia Japón le dejó a Suzie muchas postales para que se las fuera enviando y así saber que estaba bien. En el viaje de dos meses Robert pasó por varias ciudades de Japón. Fue en este bello país donde se dio cuenta del error que cometió de no ir con Suzie, pues ella lo habría disfrutado muchísimo y él también al tener su compañía que tanto bien le hacía en todos los sentidos, debido en parte al hambre de conocimientos que tenía Suzie y que él siempre le enseñaba todo con gran placer. Pero un día, cuando faltaban dos semanas para su regreso recibió una carta escrita por un tercero.

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Cuando Robert estuvo de regreso, Suzie le estaba esperando en el aeropuerto y le pareció como si ella se hubiera quedado allí los dos meses pues estaba igual que cuando la dejó. En el hotel Robert le pidió que le explicara con señales todo lo ocurrido pero no había manera. Suzie al principio se quejó de la noche que la hicieron pasar en la cárcel de la comisaría y después que todos en el Nam Kok aprobaban lo que le había hecho a Betty. Suzie decía que no recordaba las palabras pero Betty le dijo un día una cosa muy mala y ella le respondió que la mataría si lo volvía a decir. A tal efecto compró unas tijeras grandes y las guardó en el bolso. Al día siguiente Betty pasó por donde estaba Suzie y le repitió las mismas palabras malas y Suzie sacó las tijeras y se las clavó en el pecho. No estaba arrepentida y lo volvería a hacer y por más que Robert le explicaba que la podían mandar 6 meses o un año a la cárcel, dado que Betty estaba en el hospital pero no había muerto, Suzie se creía que como en el Nam Kok todos le daban la razón el juez también la comprendería.

Tras mucho esfuerzo Robert consiguió que le dijera lo que Betty le habia dicho y es que les contó que cuando estuvo con él intento que hicieran sexo anal y ella se negó y Robert dijo que con Suzie lo hacía muy bien. Le costó muchisimo hacerle comprender que la enviarían seguro a la cárcel y al final admitió aprenderse la historia que tendría que contar aunque fuera perjurio. Robert le hizo aprenderse de memoria que las tijeras las compró cuando se quedó sin casa, que ese día las tenía encima de la mesa porque las estaba usando para tejer y que cuando oyó esas palabras se cegó y sin saber qué hacía le clavó las tijeras. Suzie le dijo que había cuatro chicas que lo vieron y Robert las hizo subir. Por lealtad las cuatro se aprendieron la lección y la que dudaba porque perdería dinero mientras asistía al jucio, cuando se fueron las otras, Robert le dio 50 dólares y le prometió otros 50 si todo acababa bien. Luego fue a ver al abogado y le dijo lo que había pasado pero el abogado dijo que eso no era lo que le habían contado. Robert le preguntó si entendía el chino y el abogado dijo que no y Robert le explicó que Suzie hablaba muy mal inglés y debió de haber un mal entendio. El abogado dijo que así la situación era diferente y le podía caer una multa de 300 o máximo de 500 dólars, pero al irse, el abogado le dijo que había usado un intérprete. (Capítulo III).

La vida transcurría apacible en el Nam Kok y todo iba muy bien hasta que llegó el día del juicio que se adelantó a lo esperado. Durante el juicio todas las chicas declararon exactamente lo que habían acordado y tanto el juez como el fiscal se veían personas amables. Iba un poco lento porque se tenía que usar intérprete ya que todas las chicas hablaban en chino. Betty Lau estaba irreconocible al verla sin maquillar y sin sus movimientos sinuosos que exhibía en el Nam Kok. Su declaración fue suave y no incriminaba demasiado a Suzie. Pero cuando llegó el turno de declarar de Suzie, al preguntarle si se arrepentía de lo hecho estalló y empezó a hablar en chino a toda velocidad hasta que se cruzó su mirada con la de Robert y recobró el equilibrio y dijo que sí que lamentaba lo que había hecho. Cuando el juez dictó sentencia, el abogado dijo que la multarían con unos doscientos dólares, hizo su homilía alegando que últimamente había muchos altercados de este tipo porque los juicios siempre terminaban en multas y había que dar una lección a este tipo de chicas por lo cual, su decisión y para dar ejemplo a las demás chicas en lo sucesivo, la condenó a tres meses de cárcel. Todos se quedaron estupefactos. Suzie no lo podía creer y se la llevaron sin posibilidad de despedirse de nadie. (Caítulo IV).

Robert pudo ir a ver a Suzie a la cárcel al día siguiente. Se le encogió el corazón pues estaba con su carita palida, llorosa, con los brazos caídos y apenas sin hablar. Aunque la visita era de 20 minutos sólo pudo estar cinco y le dijo que volvería. El sufrimiento era muy grande y Robert se fue 15 días a un monasterio budista intentado encontrar paz. A su regreso se encontró con la noticia de que habían trasladado a Suzie a un hospital. El abogado le dijo que eso era mucho mejor que estar en la cárcel. Robert fue a verla y la encontró mucho mejor, alegre como siempre. Al salir del hospital se encontró con la doctora que al preguntar por Suzie le dijo que debía ser el pintor, que Suzie era muy habladora pero muy buena chica y le explicó que tenía tuberculosis pero que cuando saliera del hospital no estaría totalmente curada y si no podía ingresarla en otro para completar el tratamiento, le podría volver de nuevo. Además en el Nam Kok, Gwenny le confesó que Suzie tenía tuberculosis hace ya un tiempo pero se le agrabó mientas él estuvo en Japón, pero no le quiso decir nada para no precouparlo. Robert pensó en Kay para pedirle ayuda de ingreso en su hospital pues las listas de espera en los otros era demasaido larga y no llegaría a tiempo para ingresarla al salir del hospital carcelario. Pero había dejado plantada a Kay en una cita cuando hubo el derrumbe de las colinas provocado por la lluvia y luego se fue a Japón. Robert acudió a su médico para ver que él no se hubiera contagiado pero estaba limpio.

Después de buscar hospitales por todo Hong Kong y no encontar ninguno que pudiera atender a Suzie, Robert decidió ir a ver a Kay a pesar de todo y pedirle perdón y explicarle que pasó. Kay le atendió pero le dijo que no podía ayudarlo porque no había camas en el hospital. Kay no acababa de entender porque se precupaba tanto por Suzie y al final le dijo que quería casarse con ella. Fueron a cenar juntos y a pesar de todas sus explicaciones no convenció a Kay en darle un motivo que la convenciera de porque quería casarse con Suzie. Se despidieron esa noche pero a la mañana siguiete Kay le comunicó por telefóno que había conseguido una cama para dentro de unas semanas. Robert le dijo que serviría pues la doctora había recomenedado unas vacacioes al salir del hospital carcelario, así que cuando Suzie salió le dijo que se irían de vacaciones a Macao y le dijo que allí se casaría. Suzie se opuso y quiso bajar del barco pero estaba soltando amarras y ya no podía. En Macao finalmente la convenció de cuanto la quería y de que quería casarse con ella y por fin aceptó, pero el cónsul que los tenía que casar era reacio y les costó convencerlo pero al final les dió cita para dentro de unas tres semanas. (Capítulo V).

Suzie fue muy feliz la primera semana pero luego le empezaron a entrar dudas de si era correcto casarse con Robart después de haber sido una prostituta. A medida que pasaba el tiempo se encontraba más deprimida. Le daba vergüenza cuando estában con gente inglesa. Finalmente la convenció de que no tenía que sentir eso y que ella eran tan buena o mejor que muchas personas. Por fin llegó el día de la boda y el cónsul hizo una pequeña ceremonia para ellos y les deseó que fueran muy felices después de haberlos casado. A Suzie le parecía imposible estar casada pero empezó a acostumbrarse. Seguían en Macao hasta recibir el telegrama de Kay en el que anunciara que tenía ya la cama libre en el hospital. Entre tanto fueron a jugar a casinos pero ocurrió un incidente en uno de ellos. Un joven de aspecto asiático y con mucho dinero se fijó en ella y Robert empezó a sentirse celoso y salió al bar y cuando entró vio que esa persona había pasado de estar sentado en la mesa de juego frente a Suzie a estar sentado a su lado. Ese día habían recibido el telegrama de Kay que les comunicaba que ya disponía de la cama y se iban de Macao al día siguiente. Cuando llegaron al hotel, Robert reconoció al asiático que quería llevarse a Suzie a la cama y vio que se alojaba allí o que había cogido una habitación. Suzie se acostó diciendo que no se había dado cuenta de la presencia de esa persona. De pronto, el camarero del hotel entró para traerles té pero no lo había hecho nunca sin avisar y le pareció observar algo raro, pues se acercó a donde esta Suzie recostada y le susurró algo en cantonés. Robert no sabía el idioma pero conocía los primeros números y entendió que le decía 343 y ese número era una de las habitación del rellano donde ellos tenían la suya.

Por la noche Robert se despertó y vio que Suzie no estaba en la cama y salía con sigilo del cuarto. Robert no quiso pensar que Suzie había vuelto a su antiguo trabajo y no se resistía el ir con una persona rica para sacar dinero. No quería pensarlo pero lo pensaba y se vistió y salió creyendo que quiás Suzie se había levantado para ir al baño común que se encontraba en el rellano, pero cuando llegó, el baño estaba vacío y salió a pasear por las calles horrorizado de pensar que Suzie se había ido a la habitación 343. Cuando volvió Suzie estaba acostada en la cama con un aspecto muy cansado y Robert le dijo cosas horribles. Antes de acostarse sintió ganas de ir al baño. Cuando fue, lo encontró cerrado y entonces subió para usar el del piso de arriba y ante su sorpresa lo encontró ensangrentado y había tirado en el suelo un pañuelo que enseguida reconció que era de Suzie. Entonces comprendió su terrible error, su mujer se había levantado para ir al baño de arriba para que no la oyera toser pues quizás se estaba muriendo de la tuberculosis y se lo había estado ocultando. Se arrepintió de las terribles palabras que le dijo cuando volvió al cuarto y la encontró acostada y con cara de cansancio y bajó rápidamente a la habitación. (Capítulo VI).

Robert y Suzie hicieron el amor esa noche como nunca y le pidió perdón por las palabras que le había dicho antes de descubrir lo que en realidad pasaba. Por la mañana tomaron el barco y Robert cogió un camarote para que ella pudiera ir descansada. Lo compartía con una maestra inglesa temerosa de que la mar estuviera movida y se maraeara. Por la noche, la mar se empezó a mover y en un momento en que Robert entró para ver como estaba Suzie, vio a la maestra vomitando y a Suzie dormida. Más tarde el barco se desvió de su ruta pues habían recibido una llamada de emergencia de otro barco pequeño que se estaba hundiendo y había pasajeros para rescatar. Empezó a haber un caos en el barco al subir a los pasajeros heridos y de pronto la maestra avisó a Robert de que fuera al camarote. Suzie estaba desmayada y le salía espuma sangrante por la comisura de los labios. Cuando el doctor del barco pudo atenderla le dijo que en cuanto llegaran a Hong Kong ya tenía avisada una ambulancia para que la llevaran rápidamente al hospital. Suzie quedó ingresada y Robert estuvo en el Nan Kok con las amigas de Suzie todos muy preocupados debido a la gravedad de Suzie que estaba al borde de la muerte. Kay, que en esos días había conocido a alguien y estaba muy contenta con su relación, le mantuvo informado y le habían tenido que hacer una transfusión de sangre pero Suzie la había rechazado. Pasaron días y Suzie no mejoraba y al final decidieron que no quedaba más remedio que hacerle otra transfusión y esta vez, la sangre debía de ser mejor porque cuando Robert fue a visitarla se encontró otra vez con su Suzie de siempre muy mejorada. (Capítulo VII).

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Esta página está dedicada a mi esposa y madre de mis hijos, Dolors Cabrera Guillén, compañera, amiga, amante e inspiración de toda mi vida, que atravesó el Umbral Dimensioanl el 12 de marzo de 2007 a las 18.50 y actualizada siguiendo su última voluntad, ya que antes de irse, me hizo prometerle que no abandonaría la realización de mis páginas web. Nunca será olvidada por nadie que la conociera simplemente porque siempre se volcó en hacer felices a los demás.

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